Publicado en el Ojo Crítico Nº 55
Nos acercamos al final de 2007 y como todos los finales de año es un buen momento para hacer repaso a los errores y aciertos del año. Sin embargo, hemos querido ir un poco más allá.
Como adelantamos en nuestros confidenciales, en estos días Bruno Cardeñosa y Josep Guijarro comienzan su andadura con directores de sendas revistas comerciales, Javier Sierra inicia su primera experiencia como director de un programa de televisión nacional, Iker Jiménez continua cosechando éxitos editoriales y televisivos (y seguimos esperando su novela sobre Goya), y otros antaño “jóvenes investigadores de la nueva generación”, ahora treintañeros o cuarentones veteranos del misterio, continúan triunfando en la divulgación de lo paranormal. O no. O, por el contrario, como hemos ido avanzando en nuestros confidenciales, optaron por dejar de lado el mundo de lo inexplicado, dirigiendo sus caminos hacia otros intereses u obligaciones personales o profesionales.
En el camino se quedaron compañeros como Pedro Canto, Vicente Moros o María Ferraz que, pese a haber abandonado el mundo de la investigación y divulgación paranormal hace años, continúan en nuestro recuerdo por el excelente trabajo que nos dejaron durante sus años de “carretera”. Sus artículos, libros o reportajes deben seguir en nuestra memoria.
Todos ellos, más o menos conocidos por las nuevas generaciones de aficionados o investigadores, que en los primeros años del siglo XXI llegan a este mundillo, tienen algo en común: los boletines.
El número 1 de la revista Mas Allá de la Ciencia se publicó en marzo de 1989, y con ése número, hoy un auténtico “incunable”, se inició la era contemporánea de las revistas comerciales especializadas en fenómenos anómalos. Es cierto que antes de Más
Allá existieron otras. Mucho antes. Algunas Como CdU incluso existe todavía, aunque no puede calificarse como revista comercial. Pero desde finales de los 70 y principios de los 90 existió una auténtica sequía de publicaciones de este tipo, sólo mantenida por la irregular Karma-7, que ha aparecido y desaparecido en varias ocasiones de los kioscos aleatoriamente.
Por esa razón, a finales de los años 80, y como ya había ocurrido con generaciones anteriores de investigadores, la inexistencia todavía de Internet, y los modernos blog y páginas web sobre misterios, los jóvenes amantes del misterio solo tenían una forma de compartir sus incipientes y a veces ingenuas investigaciones: los fanzines.
Boletines artesanales redactados a máquina de escribir, sólo los más modernos con ordenador, y posteriormente fotocopiados, plegados y grapados manualmente, y enviados por correo postal creando auténticas redes de intercambio de información epistolar, similares a los actuales foros y listas de correo en Internet, solo que mucho más caras y laboriosas.
Desempolvando de nuestro archivo aquellos ejemplares, confeccionados con toda la ilusión, cariño y esfuerzo hace 20 años, nos encontramos con auténticas joyas que, creemos, merecen ser conocidas por las nuevas generaciones.
Allí estaba en incombustible ESTIGIA, del CIFE liderado por Joaquín Abenza, o el inclasificable ZENE, maquetado en Cáceres por un Julio Barroso que apenas llegaba a quinceañero. Boletines que competían en ilusión con el Pleyades, del Grupo GEIFO (primer “cadáver” ufológico de J. J. Benítez), el Punto de Vista, de Jose Manuel Durán o el La Otra Realidad, de Antonio Luis Moyano.
Algunos de aquellos boletines, la mayoría, apenas duraban unos pocos números antes de desaparecer, como ocurrió con el Levante Información de AVIPO, Mundo Paranormal de Sebastián Rodríguez Galindo, o el Investigación OVNI del Consejo de Investigadores andaluces. Pero en otros casos, sin embargo, la publicación se mantuvo durante años, supliendo las carencia de la edición, con artículos de excelente calidad, que ya no abundan en las páginas web actuales; como fue el caso del CEIPU de Carlos Gutiérrez y Charo Lozano, o el excepcional Samballah, publicado desde Canarias por María Ferraz, con la ayuda de José Gregorio González y Ricardo Campo, hoy situados en extremos antagónicos (porque algunos quieren) del misterio.
No podemos olvidar la CIPNO de Carlos Fernández, el Pentagrama de Pili Abeijón, o el Boletín Paranormal de Manolo Gómez Ruiz y sus compañeros. Y tampoco el Andrómeda, el Galiléo-Einstein, o el entrañable Búsqueda de Jose María Semitiel y Prospera Muñoz, marcaron toda una época y una generación de investigadores. Pero queremos recordar especialmente un antiquísimo Boletín OVNIológico editado por un Javier Sierra que, con apenas 14 años. Ahí encontramos los primeros textos ufológicos del que, años después sería director de la revista Más Allá.
Lo mismo puede decirse de Josep Guijarro, que era apenas un quinceañero cuando publicó los primeros números de Nuestra Opinión, y que años más tarde se uniría a Javier Sierra para editar El Colegio Invisible, del que lamentablemente apenas disfrutamos un par de números.
Iker Jiménez y Lorenzo Fernández, actual director de la revista Enigmas, publicaron en aquella inocente juventud La ultima hora, y en los viejos números del SIDDHARTA, editado por AVIPO nos encontramos los primeros artículos y las primeras fotos, de un joven Paco Máñez.
Lo mismo podía decirse de Desclasificado, un boletín que nació, como su nombre indica, contemporáneo a la desclasificación OVNI de 1992, y donde encontramos a unos jovencísimos Bruno Cardeñosa, Angel Briongos o Javier Garcia Blanco, ahora redactor jefe de la revista Año Cero.
Algunos, como el NOUFA de Raul Núñez terminaron pasándose a Internet, donde continua como blog. Otros, como el Paratecnia de los comerciales Edit99, dieron lugar a nuevos boletines de los mismos editores: Qumram, Anomalía, etc, en una especie de “grupo editorial boletinero”. Pero en la actualidad todos, salvo contadas excepciones como el Espacio Abierto al Universo de IIEE y el presente El Ojo Critico, han desaparecido. Ultimos supervivientes de otra época, y de otra forma de entender el misterio.
Los charlatanes de la pseudociencia también…
Para quienes creen que los enfrentamientos entre investigadores y charlatanes de la pseudociencia son cosa de ahora, rescatamos algunos de los boletines que unos jovencísimos Gámez, Arméntia, Ares, o sus colegas internacionales, editaban ya en aquellos tiempos. En sus páginas encontramos exactamente los mismos contenidos que ahora, solo que en aquellos tiempos un pseudoescéptico no cobraba las astronómicas cifras que se llevan ahora los charlatanes de la pseudociencia por sus conferencias, libros o lucrativas intervenciones televisivas.
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