Era el año 1986. Dos años antes, Ramón Bau había sacado "Mundo NS", una de las revistas neonazis más importantes hasta la fecha. En ella y en libros como Raza y Ciencia, del mismo Bau en coautoría con Ramírez Boscá y Caballero, se reivindican principios estéticos e ideológicos del nazismo original, como la pureza racial, amparada en argumentos científicos.
Por cierto, en 1988, y aunque "Mundo NS" continúa publicándose, sin periodicidad estricta, aparece "Disidencias", con redacciones en Barcelona, Madrid y Valencia y, según apunta José Luis Rodríguez Jiménez en ¿Nuevos fascismos? (Península, 1998), con Ricardo Rabane en la dirección, Ernesto Milá como jefe de redacción y colaboradores como Enrique Bisbal, Miguel Ángel Vázquez, fundador de Ediciones Barbarroja, Carlos Caballero, fundador del Centro de Estudios Revisionistas y otros.
Surgieron también boletines y revistas de grupos nazis independientes como Zylon B, La Peste Negra, La Alcantarilla... En esas publicaciones comenzó a nacer, tímidamente, el germen de la nueva tendencia esotérica del nazismo europeo. En 1985 se había producido una escisión en CEDADE, liderada por su vicepresidente Francisco Sánchez Blas, que constituyó poco después la Sociedad Thule. El nombre es una alusión directa, aunque desvinculada históricamente, a la sociedad secreta creada en 1918 en Alemania y a la que habían pertenecido los principales dirigentes nazis: Rudolf Hess, Heinrich Himmler, Dietrich Eckart, Alfred Rosenberg o el mismísimo Adolf Hitler, entre otros. Insisto en que no hay pruebas de ninguna continuidad histórica entre la Thule alemana y la española, aunque eso, de cara a los hechos posteriores, tampoco es relevante.
En su número correspondiente a febrero del 85, CEDADE había publicado un artículo titulado «El mito de la sangre, La Orden Negra de las SS» yen el número de marzo se insertaba ya un anuncio del libro Adolfo Hitler, el último avatara, de Miguel Serrano. este había entrado en España por la puerta grande del Nacionalsocialismo patrio, ya que CEDADE es y ha sido el punto de referencia de todos los colectivos nazis españoles, con independencia de sus criterios. Y su distribuidora de vídeo, audio y libros, la Librería Europa, la despensa donde se han nutrido la mayoría de los neonazis europeos. Miguel Serrano era el ideólogo que necesitaba el nuevo nazismo europeo para justificar y argumentar su supuesta herencia aria y su misión mística en la nueva era. Nacido en 1917, durante la segunda guerra mundial se convirtió en un activo colaborador del nazismo en Chile y después inició su carrera diplomática.
En 1947 viajó a la Antártida (este dato será importante más adelante) y entre 1953 y 1962 ejerció como embajador de Chile en la India, lo que lo convirtió en un experto en tradiciones, leyendas y ocultismo tibetano. Más tarde, llevó la embajada chilena en Yugoslavia (1962 a 1964, con acreditación en Rumania y Bulgaria) y posteriormente en Austria (1964 a 197o). Miguel Serrano, además, fue el representante diplomático de Chile en el Organismo Internacional de Energía Atómica en Viena (Austria) y en el Organismo de las Naciones Unidas para el Desarrollo de la Industria. Mantuvo una buena amistad con Indira Gandhi, Julius Evola, Herman Hesse y C. G. Jung y su relación con el Dalai Lama, a quien recibió en la India cuando esté escapaba de la invasión china en el Tíbet, raya en la «hermandad espiritual».
No es de extrañar, por tanto, que cuando el máximo responsable del budismo visitó Chile, en 1992, se saltase todo el protocolo para acudir a abrazar efusivamente a Miguel Serrano en el aeropuerto de Santiago, ante la comprensible incomodidad de las autoridades chilenas. Esta anécdota, por cierto, es repetida con asiduidad por los neonazis esotéricos españoles para ilustrar la relevancia política de su máximo ideólogo.
Está claro que Miguel Serrano no es un «facha» marginal, ni un «cabeza rapada» sin formación cultural. Miguel Serrano era el impulso que necesitaba la nueva corriente surgida en el seno del neonazismo mundial. Una corriente que buscaba una nueva motivación y una nueva justificación de su «misión revolucionaria en el corrupto sistema consumista...».
La críptica trilogía de Miguel Serrano, Adolfo Hitler, el último avatara, El Cordón Dorado y Manu, el hombre que vendrá, se convirtió en la fuente de inspiración para un colectivo, surgido en el seno de CEDADE, y consolidado en torno a la Sociedad Thule. Una sociedad que pretendía heredar toda la carga esotérica, mítica y heroica de las Waffen S S y de los templarios, en su sagrada misión de encontrar las fuentes del conocimiento. «Nuestro espíritu ha de ser descubierto por nosotros —escribiría Sánchez Blas— y ésta es nuestra obligación, llegar al Nacimiento del Río, aquel del cual una vez nos alejamos, allí donde manan los Rayos de la Divinidad.»
Las pruebas iniciáticas de los «caballeros» de Thule concluían con un recorrido por el Camino de Santiago, que en el verano de 1985 realizó el mismo Sánchez Blas con otros seguidores de Serrano en España. En El Cordón Dorado Serrano sugiere que cerca de Santiago de Compostela, en el Pico Xacro se encuentra una de las entradas al mundo subterráneo. Y los nazis esotéricos siguen en este caso el ejemplo del mismo Serrano, que realizó la peregrinación a Compostela «en busca de mis antepasados celtas y me encontré a los arios» (El Cordón Dorado, pág. 95).
El modelo heroico a seguir que postulaban los componentes de la Sociedad Thule era Rudolf Hess, a quien llegaron a comparar, en su calidad de mártir del nazismo alemán, con el mismo Jesucristo. Los libros de Serrano, y en menor medida de Savitri Devi (nacida en Lyon en 1905 y recientemente fallecida, famosa en el mundo del yoga y del ocultismo tras su matrimonio en la India con un brahmán llamado Sri Asit Krishna), comenzaron a circular entre algunos grupos neonazis y hasta de skin heads, a los que ofrecían la justificación que necesitaban para validar su fracasada opción política. Devi y Serrano los habían convertido en los herederos por derecho de una raza superior, oculta en el reino perdido de Agarta, en el Tíbet, y depositarios de una sagrada misión, la de protegernos de las hordas maléficas sionistas y del complot judeomasónico para controlar el mundo. Para algunos históricos de CEDADE o de PENS, como Isidro Juan Palacios o Ernesto Milá, personajes de gran relevancia en el mundo esotérico español —Palacios dirigió revistas como Próximo Milenio y Milá es el jefe de redacción de la revista Nuevos Horizontes, del famoso profesor Darbó—, Serrano fue el perfecto punto de intersección entre el nazismo alemán y las tradiciones esotéricas.
Y a pesar de que algunos, como me ha confirmado Milá personalmente, no comparten del todo los complejos razonamientos del diplomático chileno, nadie niega la huella indeleble que ha dejado en el neonazismo español, sobre todo a partir de 1989. Ese año, coincidiendo con el centenario del nacimiento de Hitler, CEDADE alcanzó una popularidad perdida años atrás. Dedicó dos números especiales de su revista al Führer y sus manifestaciones públicas adquirieron una participación inusitada. Las fotos publicadas en su número 171 (diciembre 1989, págs. 52 y 64) así lo demuestran.
Y ese año, en el transcurso de los cursos de verano de la Complutense, Miguel Serrano fue invitado a participar en el curso «Gnosis, o el conocimiento de lo oculto», que dirigió Fernando Sánchez Dragó y coordinó Isidro Juan Palacios. Pero la presencia del ideólogo del Hitlerismo Esotérico desató un escándalo y la manifestación de numerosos antinazis en los salones de la Complutense hicieron imposible a Serrano impartir su conferencia.
Y, según me explicó Palacios, mientras los componentes de Thule distribuían entre los presentes una síntesis de la obra de Serrano publicada en Excalibur —la revista de nazismo esotérico antecesora de Hiperbórea y obra del mismo Palacios—, un grupo de privilegiados pudo asistir a una improvisada disertación que el diplomático ofreció en una de las salas de la universidad. Al año siguiente nació el Centro Tradicional Asgard, su publicación Hiperbórea y su distribuidora Nova Suévia.
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