Las abducciones, o supuesto secuestro de seres humanos por parte de seres no humanos, es uno de los epígrafes ufológicos más recurrente para el cine, las series de televisión o la literatura de terror. Y ese peso sociológico, bombardeándonos constantemente con imágenes de extraterrestres agresivos, de apariencia humanoide y sofisticada tecnología, ha terminado por implantarse en el inconsciente de lo colectivo.
Es cierto que si hoy le pidiésemos a un niño de corta edad que nos dibujase una nave extraterrestre y un alienígena, muy probablemente plasmaría un platillo volante y un humanoide cabezón. Pero ¿demuestra eso que todas las descripciones realizadas por los testigos son fabulaciones inspiradas por el cine y la cultura?
Para los ufólogos defensores de la Hipótesis PsicoSocial (HPS), no hay misterio alguno en las abducciones. Según ellos en el incipiente cine, series y literatura de ciencia ficción de los años 30, 40 y 50, se encuentras la mayoría de los elementos que décadas más tarde describirían los supuestos secuestrados por extraterrestres. Enigma resuelto.
Sin embargo este razonamiento a mí siempre me ha parecido tan audaz como la afirmación de los conspiranóicos de que el Apolo IX nunca aterrizó en nuestro satélite, porque Julio Verne ya describió esa proeza en su novela “De la Tierra a la Luna” un siglo antes. O la afirmación de que tras la emisión de películas y series de éxito sobre abducciones, aumentan el número de casos reportados.
En cierto. Tanto como tras la emisión de películas y series de éxito sobre periodistas, médicos o policías, aumentan las vocaciones y las matrículas en las respectivas facultades. ¿Y?
Curiosamente la inmensa mayoría de los partidarios de la HPS no han investigado jamás un caso de abducción. Ni siquiera han mirado a los ojos a un abducido cuando relata su supuesta experiencia. Y en mi opinión la encuesta de campo es fundamental para comprender el fenómeno al que nos referimos.
Resulta paradójico, desde el punto de vista de la HPS que hoy, cuando el cine de ciencia ficción y las series televisivas sobre el espacio, y la literatura de ficción alienígena es más prolífica que nunca, los casos de abducción se hayan reducido casi a la nada. Además, es cierto que en la literatura y el cine podemos encontrar muchos elementos descritos por los abducidos a partir de los años sesenta del siglo XX. Pero muchísimo antes de que existiesen el cine, las series o la literatura, esos mismos elementos ya estaban presentes en las tradiciones chamánicas de viaje al mundo de los espíritus, raptos de hadas, duendes o demonios, etc.
Los partidarios de la escuela ufológica más escéptica y racionalista van más allá. Al presuponer dolo en los testimonios de abducción, y de OVNIs en general. Sin embargo mi experiencia, y creo que podré documentarlo con los casos que rescato de mis cuadernos de campo, es que en general los testigos de cualquier experiencia OVNI no ganan nada al compartir sus relatos con los investigadores y divulgadores. Y somos estos quienes, en realidad, obtenemos un beneficio de sus relatos. Siendo –en muchas ocasiones- cómplices en la elaboración de los mismos. Cuando no auténticos creadores…
Crédulos o escépticos; encuestadores, compiladores o analistas; místicos o racionalistas… todos sacan –sacamos- partido de los testigos. Quizás ha llegado el momento de deconstruir y volver a analizar todo lo que nos han contado sobre el fenómeno abducción.
Secuestrados por los OVNIs
En 1992 el Dr. Fernando Jiménez del Oso, que me había pedido personalmente que me ocupase de la investigación de algunos casos de abducción especialmente sorprendentes, me propuso que escribiese un libro con mis conclusiones sobre el fenómeno para la colección Biblioteca Básica de Espacio y Tiempo. Y lo hice. Ese año publiqué mi segundo libro: “Secuestrados por los OVNIs”. Un estudio monográfico sobre un universo de cien casos de supuesta abducción en todo el mundo. El caso Fernando M. fue uno de ellos…
Los aficionados creen que los investigadores y divulgadores de fenómenos anómalos, como las abducciones, simplemente recogen sucesos objetivos para su estudio o publicación. En 1992 yo también lo creía. Pero con el paso de los años me di cuenta de que eso no siempre es así… De hecho casi nunca es así.
Con frecuencia nosotros tenemos un protagonismo en el desarrollo de cada caso, a veces incluso mayor que el del propio testigo. Interactuando, modelando o condicionando el relato inicial hasta fijar esa versión final que después quedará inmortalizada en la bibliografía especializada. Un factor que muy pocas veces hemos tenido en cuenta: el factor investigador.
Hoy pienso que ese factor, descuidado a la hora de valorar el fenómeno OVNI en general y las abducciones en particular, ha resultado determinante para nuestra percepción, valoración y enfoque sobre los testimonios de los abducidos. Y por eso hemos perdido tantos años, encajonando las abducciones en el contexto OVNI, limitados por nuestros propios prejuicios. Los ufólogos hicimos el fenómeno a nuestra imagen y semejanza.
Preguntarse quién está detrás del fenómeno OVNI, o de las abducciones, es una estupidez tan grande como preguntarse quien está detrás de los accidentes de tráfico. Cada caso es único. Y en el conjunto confluyen un sinfín de factores humanos, medioambientales, culturales, físicos, etc.: el estado de los neumáticos, la carretera, la meteorología, el conductor… Con las abducciones, y los OVNIs en general, ocurre lo mismo.
En este cuaderno de campo, por primera vez, además de la crónica de mis investigaciones sobre el terreno de cada caso, me he permitido transcribir algunas de las reflexiones, ideas y conclusiones que me sugirieron dichas investigaciones. Porque cuando eliminamos el ruido -el factor investigador- y cambia el enfoque para abordar el problema, todo comienza a tener sentido…
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