Es imposible revisar la historia de la Desclasificación OVNI en España, y de la relación de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado y los No Identificados, sin encontrarse el nombre de Juan José Benítez, una otra vez. Para un sector de la ufología se trata de un referente, de un modelo a imitar, casi de un “mesías” de los OVNIs. Para otros es un estafador sensacionalista, un profesional del misterio, y un azote de pseudoescépticos y negativistas.
Otros sin embargo consideran que la verdad, como casi siempre, no se encuentra en los extremos. Pero de lo que nadie duda es del incuestionable protagonismo de J. J. Benítez en la historia de la ufología hispanohablante, y muy especialmente en la relación de los OVNIs con el estamento militar. En torno a esa relación, uno y otro extremo de opinión han relatado todo tipo de venturas y maldades en torno al periodista navarro, pero hoy, será la primera vez en que se probarán, documentalmente, esas “leyendas urbanas” en torno al autor de “Caballo de Troya”.
Lo mismo podría decirse de Vicente Juan Ballester Olmos. Modelo de rigor y seriedad para un sector de la comunidad ufológica, sus libros son estudiados con fervor y dedicación por parte de quienes sueñan con hacer de la ufología una ciencia. Sin embargo, para otros, se trata de un parásito de la ufología, que pactó con los militares para ayudarle a descalificar el fenómeno OVNI a cambio de obtener una información privilegiada sobre los archivos militares, o incluso algo mas… Su nombre es también inevitable a la hora de estudiar la implicación militar de los No Identificados en España.
Uno y otro han marcado los límites del debate, como si fuese imprescindible seguir uno u otro modelo para tener derecho a interesarse por los OVNIs y su relación con los cuerpos de seguridad del estado. Y creo que esa “contención del debate” no es casual.
Divide y vencerás
Cuando, aquella mañana de 1992, me “colé” en el Estado Mayor del Ejercito del Aire, parapetado tras una aventurada estrategia para obtener información reservada sobre el fenómeno OVNI, tuve suerte. Pude ver con mis propios ojos aquellas carpetas llenas de documentos, marcadas con los nombres de algunos conocidos ufólogos españoles. Pero cuando salí de aquel despacho llevaba conmigo un goloso dossier de documentos oficiales sobre OVNIs, incluyendo el listado de los primeros 55 expedientes que el Ejército del Aire reconocería poseer, y que hasta ese instante nunca se habían hecho públicos.
También había algunas notas internas, referencias a asociaciones ufológicas y, y esto es lo más interesante para el tema que nos ocupa hoy, varias cartas entre J. J. Benítez, el Jefe del Estado Mayor del Aire teniente general Ramón Fernández Sequeiros, etc.
En febrero de 1995, y en el número 2 del fanzine “La última hora”, que editaban unos jovencísimos Iker Jiménez y Lorenzo Fernández, quien esto escribe publicó en primicia alguna de aquellas cartas, para salir al paso de la enésima incorrección (creo que más producto de su credulidad que de su mala intención) de Ricardo Campo, uno de los miembros del MEO (Movimiento Escéptico Organizado) más conocido por sus prejuicios, credulidad y precipitación en sus conclusiones. Campo había acusado a Benítez de “haber pedido al Ejército del Aire que le entregasen a él los documentos (OVNI) para sacar un libro…”, y no mentía, aunque cuando afirmaba que “el buscamarcianos navarro” solo quería “lucrarse”, se limitaba a repetir, como siempre, lo que le habían dictado.
Lo que Campo no decía, porque ignoraba, es que en realidad Benítez proponía publicar un libro, incluyendo todos los expedientes OVNI no desclasificados, destinando todos los beneficios de dicho libro a una asociación benéfica presidida por la Reina Doña Sofía. Y así constaba en los documentos que yo había conseguido en el Estado Mayor del Ejercito del Aire. Pero, sin darme cuenta, yo también había caído en el juego. En un enfrentamiento absurdo e irracional que ha dividido a los investigadores del fenómeno OVNI durante los últimos 60 años. Asumo mi parte de culpa.
Un enfrentamiento que se recrudeció a partir de 1977, año en que, por primera vez, trascendían a la opinión pública española una serie de informes y expedientes oficiales sobre OVNIs, redactados por el ejército español. En marzo de ese año la editorial Plaza y Janés publicaba el libro “OVNIs: Documentos oficiales del gobierno español”, de J. J. Benítez. Ese libro convulsionó a los responsables, en aquel momento, del archivo OVNI del ejército español, y marcó un antes y un después en la relación entre ufólogos y militares en España.
Ha pesar de las continuas acusaciones de que ha sido objeto Benítez por parte de los pseudoescépticos del MEO (Movimiento Escéptico Organizado), que han querido ver en él reflejado su propio afán de lucro y protagonismo (cree el ladrón…), quienes han seguido la obra del navarro desde el principio conocen el origen de su pasional predisposición a la hipótesis extraterrestre. Una férrea convicción basada en sus cuestionables experiencia personales con los OVNIs en Perú, al inicio de su carrera como ufólogo. De hecho Benítez no llegó a la ufología desde la curiosidad intelectual, sino que se topó con el fenómeno OVNI de bruces, cuando cubría, como periodista, un viaje de los reyes de España a Perú.
Benítez no sólo creía que los OVNIs que vio, en compañía de la Misión Rama, eran verdaderamente naves extraterrestres, sino que fue consecuente con esa creencia y encauzó toda su pasión y entusiasmo juvenil a la cruzada de encontrar pruebas de esa convicción personal. No encontraremos mejor ejemplo, en la memoria de la ufología española, de cómo la fe de un individuo puede marcar, para siempre, la historia de los OVNIs, al menos desde el punto de vista militar. Con unas consecuencias que, quizás, hemos sufrido todos los jóvenes que llegamos a la ufología años después.
La historia no contada
En realidad aquel libro de J. J. Benítez recogía y ampliaba una serie de siete artículos publicados, en total exclusiva, en “La Gaceta del Norte” en diciembre de 1976. En dichos artículos se daba a conocer un auténtico tesoro, envidiado por todos los ufólogos de la época. Benítez había conseguido lo que nadie antes; “abducir” de los archivos militares 12 expedientes secretos sobre OVNIs, redactados por los jueces instructores del Ejercito del Aire. Pero ¿Cómo obtuvo Benítez aquellos primeros documentos oficiales sobre OVNIs? Y lo que es más importante, ¿Qué ocurrió tras su publicación?
Quien esto escribe ha podido acceder a una serie de informes sobre J. J. Benítez redactados por diferentes funcionarios del Ejercito del Aire, en los que se detalla meticulosamente como se produjo aquella entrega de documentos, y las consecuencias que acarreó su publicación, en el seno del Ministerio de Defensa. Según estos documentos, nunca publicados, estamos en disposición de reconstruir los acontecimientos.
El 20 de octubre de 1976 el Teniente General Felipe Galarza Sánchez, en aquel entonces Jefe del Estado Mayor del Aire (JEMA), recibió en su despacho a J. J. Benítez. Cuando el periodista navarro salió de aquel despacho se llevaba consigo 12 expedientes OVNI oficiales, redactados por el ejército español. Sin embargo, y esto es algo que yo había oído pero que no podía demostrar hasta hace solo unas semanas, Benítez fue obligado a firmar un compromiso de confidencialidad antes de llevarse los expedientes. En el documento, timbrado con membrete del Ministerio del Aire, que ahora si se encuentra en mi archivo, se puede leer:
“Asunto:
DON JUAN JOSÉ BENÍTEZ LÓPEZ. PERIODISTA,
CORRESPONSAL DE LA GACETA DEL NORTE, CERTIFICO:
Que no hará uso de los nombres de personas ni de la documentación que me ha sido facilitada por el Ministerio del Aire, ni responsabilizo a este Departamento de la veracidad de la información que se le facilita.
Madrid, a veinte de octubre
de mil novecientos setenta y seis”.
Sinceramente, conociendo la trayectoria de un periodista como Benítez, comprometido con la misión de demostrar al mundo que civilizaciones extraterrestres nos visitan, haría falta ser muy iluso para entregarle 12 expedientes oficiales sobre casos OVNI en España de implicación militar, y pretender que se limitase a leerlos en su casa y los guardase en un cajón. Así que, como era previsible, mes y medio después los expedientes, hasta entonces secretos, eran publicados por Benítez en su periódico primero, y en su libro “Documentos oficiales del gobierno español” después. Aunque en principio omitiese los nombres de los testigos involucrados.
De los documentos internos que han llegado a mis manos hace pocas semanas se deduce que muchos militares manifestaron un profundo malestar por lo que consideraban una traición de Benítez, y por el lugar en que sus artículos dejaban al Ejército del Aire. Tanto es así que Felipe Galarza tuvo que justificarse ante el ministro del aire, teniente general Carlos Franco Iribarnegaray, en un informe titulado “Proceso seguido para la entrega de información periodística sobre OVNIs a don Juan Jose Benítez López, corresponsal acreditado de La Gaceta del Norte”, uno de los primeros informes detallados del ejército dedicados al ufólogo navarro, nunca antes publicados.
Sin embargo, en una carta del General Galarza a Benítez, fechada el 22 de diciembre de ese año, el mando militar le dice “Recibí su atenta carta del pasado dia 14 y junto a ella la serie de reportajes que ha publicado en su periódico con base en la documentación que le proporcionamos. Me ha parecido muy bien. El tema está tratado con la seriedad que la difusión de esa información requiere, junto con el entusiasmo e interés personales que Vd. Pone en todas sus publicaciones…”.
O yo soy muy torpe, o no encuentro en las palabras del General ningún reproche a la publicación de los expedientes entregados a Benítez…
Sin embargo, las presiones internas debieron hacer al General reconsiderar su postura, ya que según una carta de Benitez a Galarza, fechada el 11 de mayo, el navarro alude al deseo del General de “llevarme al juzgado de guardia por todo esto”. Y es que la publicación del libro, que siguió a los reportajes en La Gaceta del Norte, desató la ira de algunos mandos del Ejército del Aire… aparentemente.
Mucha indignación, profundo malestar, cólera entre los militares por aquella supuesta traición de Benítez a su confianza… pero sólo un año después, en diciembre de 1978, volvía a repetirse la operación, y otro general entregaba a Benítez, de forma también confidencial, dos nuevos informes que, lógicamente, Benítez volvió a publicar. ¿Sólo yo veo esta actitud totalmente incoherente?
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