Disponíamos de dos días más en Haití y aprovechamos para intentar localizar a otros diableros. Por una serie de circunstancias, de pronto nos vimos en un coche camino de algún lugar desconocido, con un famoso brujo haitiano al volante. Cuando llegamos a nuestro destino, una concurrida calle en la periferia de Puerto Príncipe, tomé un par de fotos de la zona, por si fuese preciso localizarla en un futuro. Después nuestro guía nos condujo por un estrechísimo callejón, entre otras dos casas y entramos por el lateral de una de ellas. En cuanto vimos la escalera de caracol, Miguel Blanco endureció el rictus y me susurro al oído: "Es aquí, esta es la casa donde vi el "diablo"". El lector se puede imaginar la emoción, tensión, alerta y temor que comenzamos a sentir.
Tal y como me había explicado Miguel, una antesala de espera, sin mobiliario alguno, era el preámbulo al "cuarto del Diablo". Curiosamente y como ocurriera 8 años antes, nos cruzamos con una mujer de color que salía de la siniestra habitación. Su rostro expresaba autentico terror, verdadero pánico. Cuando entramos descubrimos un cuarto de unos 3 por 4 metros. Sin muebles. Tan solo unas sillas frente a una gran caja de madera –de 2 metros de largo por 1 de ancho y 1 de alto- cubierta por una gran cortina negra. A su lado una pequeña mesa con algunos instrumentos extraños. Todo ello envuelto en una gran penumbra que permití ver con mucha dificultad.
Allí nos esperaba Jacques, un brujo negro... muy brujo y muy negro. No se trataba del "diablero" que 8 años atrás había mostrado a "Bahel" a algunos occidentales, como Miguel o Santiago. Según Guelín, aquel "diablero" había pactado con "Bahel" 30 años de éxito, dinero y poder. Había pasado ese plazo y "Bahel" vino para cobrar lo que era suyo y lo mató. Ahora es Jacques quien ha hecho un pacto con el...".
Jacques, al que casi no podía ver la cara en aquélla penumbra, era sobrino del "diablero" muerto, y tras su muerte había heredado su casa, su "cuarto del diablo" y su siniestra caja de madera. Y, al parecer, también sus secretos mágicos.
Antes de subir a la casa Guelin nos había hecho comprar una botella de ron y unas velas. Ahora, muy solemnemente nos invitaban a sentarnos ante la gran caja de madera. Jacques se sentó a mi lado.
Apenas había sitio para todos en el pequeño cuarto. Entre la caja y nuestras sillas, que estaban pegadas a la pared, había una gran tinaja llena de sal, con un cráneo en el centro. "La sal –nos decía Jacques, cuyos blancos dientes alumbraban como focos en la niebla- es para protegernos y para que "mon General" no salga de la caja...". Y digo yo, si el "diablo" se materializa y desmaterializa a voluntad, que importa que no pueda salir de la caja por delante...
Mientras miraba, es decir, intuía a Jacques deseaba que sonriese mucho para tenerlo localizado en aquélla inquietante penumbra... el condenado me había "confiscado" las grabadoras magnetofónicas, las cámaras de fotos y vídeo y la linterna.
Allí nos esperaba Jacques, un brujo negro... muy brujo y muy negro. No se trataba del "diablero" que 8 años atrás había mostrado a "Bahel" a algunos occidentales, como Miguel o Santiago. Según Guelín, aquel "diablero" había pactado con "Bahel" 30 años de éxito, dinero y poder. Había pasado ese plazo y "Bahel" vino para cobrar lo que era suyo y lo mató. Ahora es Jacques quien ha hecho un pacto con el...".
Jacques, al que casi no podía ver la cara en aquélla penumbra, era sobrino del "diablero" muerto, y tras su muerte había heredado su casa, su "cuarto del diablo" y su siniestra caja de madera. Y, al parecer, también sus secretos mágicos.
Antes de subir a la casa Guelin nos había hecho comprar una botella de ron y unas velas. Ahora, muy solemnemente nos invitaban a sentarnos ante la gran caja de madera. Jacques se sentó a mi lado.
Apenas había sitio para todos en el pequeño cuarto. Entre la caja y nuestras sillas, que estaban pegadas a la pared, había una gran tinaja llena de sal, con un cráneo en el centro. "La sal –nos decía Jacques, cuyos blancos dientes alumbraban como focos en la niebla- es para protegernos y para que "mon General" no salga de la caja...". Y digo yo, si el "diablo" se materializa y desmaterializa a voluntad, que importa que no pueda salir de la caja por delante...
Mientras miraba, es decir, intuía a Jacques deseaba que sonriese mucho para tenerlo localizado en aquélla inquietante penumbra... el condenado me había "confiscado" las grabadoras magnetofónicas, las cámaras de fotos y vídeo y la linterna.
Justo antes de comenzar, Miguel Blanco y yo pedimos permiso para rodear la caja en busca de alguna puerta oculta, trampilla o alguna conexión con otra habitación. Nada.
El brujo destapó la caja un momento para que viésemos que estaba vacía. Volvió a taparla con la tela y por fin comenzó el ritual. Jacques y sus ayudantes recitaban una inescrutable invocación al "diablo" Bahel mientras giraban una cómica carraca. No pasaron ni cinco minutos cuando la caja comenzó a temblar, a vibrar fuertemente. De pronto vi que por mi lado, en el ángulo inferior y a solo 15 o 20 cm. De mi pié derecho asomaba una especie de garra por debajo de la cortina. Era negra y parecía como de trapo. Aunque solo apareció un segundo y volvió a desaparecer dentro de la caja. Por un momento dude de mi vista pero lo mejor estaba por venir... Entonces Jacques nos invitó a entregarle el ron como saludo. Yo tomé la botella y la metí detrás de la cortina. Noté un fuerte tirón en la mano que me la arrebató con violencia.
Casi inmediatamente escuchamos una voz que provenía de la caja. Hablaba Creol arrastrando la R de forma evidente. Nos preguntó que queríamos pedirle. Y le respondimos que solo verlo y fotografiarlo. Al General no le hizo mucha gracia lo de las fotos y se entabló una discusión entre el "diablo" y el "diablero". Como podrás suponer, amigo lector, mi pabellón auditivo estaba más abierto que las antenas de Arecibo. Debía de parecerme al "Chapies". Con el cuello extendido hacía adelante intentaba captar hasta el más mínimo sonido proveniente de la caja y ¡oh sorpresa!, en un par de ocasiones escuché con toda claridad carraspeos. El "diablo" estaba carraspeando. Una de dos, o el infierno no es tan ardiente y el "diablo" tenía gripe o estaba forzando la voz y allí había gato encerrado...
De pronto el brujo levantó la cortina y pudimos ver que la caja estaba vacía. En su interior había aparecido la estatua de un búho... "búho encerrado".
Había rodeado la caja, estaba seguro que no había tubos, ni micrófonos, ni cables ¿de donde venía aquélla voz?. Jacques volvió a tapar la caja, insistimos en nuestro deseo de ver físicamente al "diablo" que, tras una breve discusión, aceptó. En ese instante nos invitaron a taparnos la nariz, ya que "al materializarse desprende un olor pestilente". Efectivamente comenzamos a detectar un auténtico pestazo a amoniaco. Entonces Jacques levantó la cortina y ¡voila!, allí estaba. Desde mi ángulo, un poco más lateral que el de los demás, pude ver que se trataba de un joven negro agachado y torpemente tapado con una capa roja, que hizo además de atacarnos. Instantáneamente Jacques arrojó un puñado de sal a la caja y la tapó con la tela. Volvió a destaparla y la caja estaba vacía... Miguel Blanco me miró inmediatamente susurrándome "esto no es lo que yo vi la otra vez, esto es un truco". ¡Touche!.
Sonriendo de satisfacción por nuestra cara de pasmo – a los blancos se nos ve mejor en la penumbra- Jacques se levantó y rodeó la caja (se que se levantó porque su dentadura sonriente delataba sus movimientos). En ese instante pude aprovechar para coger un puntero láser que llevaba en mi equipo y enfocarlo dentro de la caja sin que nadie me viese, para intentar calcular su profundidad y ¡sorpresa!. La caja –por dentro- aparentaba solo un metro y medio de larga. Era algo más pequeña de lo que a mí me había parecido por fuera. Tuve que esperar a que concluyese el ritual para poder recorrer de nuevo la caja al salir de la sala, sin levantar sospechas. Efectivamente, por fuera la caja medía dos metros... la solución al enigma era simple. La caja tenía un doble fondo en un extremo, donde se escondía el compinche del falso brujo oculto tras una tela negra. Un truco simple pero muy efectivo, sobre todo entre los campesinos haitianos...
La gran ceremonia
Ni que decir tiene que la situación fue desagradable. Nunca resulta grato descubrir los fraudes. Fuese lo que fuese lo que Miguel Blanco vio 8 años atrás, lo que acabamos de presenciar era una imitación, que Jacques venía ejerciendo desde la muerte de su tío, para sacar el dinero a los nativos y a los extranjeros.
Con cierta amargura y desencanto al día siguiente acudimos a nuestra cita con el Maestro Garret. Afortunadamente teníamos otra oportunidad. Nos reunimos con los ayudantes de Garret en su casa. Y allí, antes de partir hacía un lugar que no quisieron revelarnos antes, pude conversar con su lugarteniente Phill, al que le comenté nuestra desmitificadora investigación del día anterior. "A nosotros no nos van a engañar con trucos de magia –dije a modo de advertencia". Phill muy serio, me explico que lo que ellos hacían era autentica magia. Y poco tardaría en descubrir cuan cierto era eso...
La espera se hacía interminable. Garret decía esperar a todos sus ayudantes, y por fin, en dos camioneta y un coche, salimos hacía el lugar del ritual.
Tardamos más de una hora en recorrer unos 40 kilómetros, hasta llegar a una playa desierta. El ambiente no podía ser más mágico. Una gran Luna llena presidía un cielo estrellado. Estábamos a solo un par de metro de la orilla, donde unas suaves olas del Caribe acariciaban las rocas entonando un suave ronroneo que añadía más magia a la situación. Y allí estábamos, 12 negros y 3 blancos esperando ver la materialización de "Astarot"... dantesco.
Los ayudantes de Garret comenzaron a trabajar enseguida; mientras unos se cambiaban de ropas, otros comenzaban a preparar las abundantes ofrendas (ron, dulces, pan, etc.) otros organizaban las velas e inciensos, y otros, dirigidos por Garret, comenzaron a dibujar tres grandes círculos rituales.
Los 3 círculos medían unos 2,5 metros de diámetro y estaban colocados a 10 metros cada uno del otro en línea recta. Según nos adelantaron, nosotros nos colocaríamos en el segundo circulo, con una gran estrella e David en el centro, rodeada de caracteres mágicos escritos en hebreo y latín. En el primer circulo, con un triángulo interior, se aparecería el diablo. Pedí permiso para hacer unas fotos, y se me concedió, siempre y cuando no molestase a los oficiantes, así que tuve que hacer las fotos muy deprisa y a cierta distancia. Se me advirtió que no podría hacer fotos durante la materialización salvo que "Astarot" me lo permitiese. Estaba dispuesto a ser completamente respetuoso con el ritual religioso y acepté. Sin embargo, a pesar de mi ansiedad personal como angustiado buscador, como investigadores asépticos, nuestra responsabilidad es ser críticos y prudentes.
Así pues, mientras Garret y sus ayudantes estaban distraídos con los otros dos círculos, Miguel Blanco y yo colocamos una grabadora de activación por el sonido entre unos arbustos que estaban justo al lado del circulo de materialización. Además cercamos todo el perímetro que rodea a ese circulo con hilo invisible, del que se utiliza en ilusionismo. Si "Astarot" aparecía en aquel circulo, los hilos invisibles no estaban rotos y la grabadora no captaba nada anómalo, debería reconocer que se había materializado de la nada... y estaba dispuesto a hacerlo si la experiencia era convincente.
Y comenzó el ritual. A diferencia del día anterior fue muy largo y tedioso. Garret y su asistente Phill, recitaban letanías en latín y francés. Otro ayudante quemaba inciensos, otro se ocupaba de las velas, un coro acompañaba los cánticos de Garret en ciertos momentos, otro subrayaba algunas frases con toques de campana... y todos nos encontrábamos dentro de los círculos de protección... "si salís del circulo durante la invocación – nos había advertido Garret- podéis morir". Solo él, como maestro oficiante, podía estar fuera del circulo de protección.
Estábamos de pie, firmes y tensos. Y pasaron 15, 30, 45 minutos... Nos dolían los pies y estábamos cansados. Continuaban los rezos y los cánticos. Yo había conseguido permiso para grabar en audio el ritual, pero tuve que parar la grabación por temor a quedarme sin cintas a media ceremonia. Además estaba empezando a odiar a un muchacho que quemaba los inciensos a mi lado, contra el viento. Ya empezaba a marearme con aquel pestazo a rosas... Una hora, hora y cuarto... y de pronto, entre los arbustos de la playa surgieron dos llamaradas enormes. "¡Ya están aquí! –gritaban todos- ¡Astarot y Asmodeus...!". La verdad es que la situación era dantesca...
De pronto escuchamos una voz profundamente grabe que salía de la oscuridad. Por más que forzábamos la vista no veíamos nada, pero la voz era muy clara. Garret se acercó a nosotros, los tres blancos, y nos dijo que uno solo podría acercarse para hablar con Astarot, y a mi me tocó el honor. Salí del circulo escoltado por Garret y 4 ayudantes.
Caminamos lentamente hacia el primer círculo y, un poco más allá del mismo, por encima de unos arbustos de unos 2 metros de altura, comencé a atisbar una forma humanoide. Pude distinguir entre las sombras un torso cubierto con una especie de túnica roja, y un rostro deforme muy desagradable. Me hicieron detenerme a unos 3 metros de "Astarot".
Inmediatamente me quitaron las cámaras de fotos que llevaba, la linterna y hasta una luz química que tenía atada a mi mochila. Y también me sacaron la grabadora, pero se la llevaron encendida, con lo cual todo lo que ocurrió entonces quedó registrado. Allí estaba yo. En un lugar remoto, en plena noche, rodeado de 5 brujos haitianos y a solo 3 metros de un legendario "diablo"... la verdad es que la situación era muy dantesca.
Mientras el diablo hablaba, escuchaba a su alrededor una especie de rugidos y silbidos, como de serpientes. "Muy arquetípico, demasiado arquetípico" – pensé. Garret, en todo momento me tranquilizaba. "Hay gente que se ha desmayado de miedo al estar ante él, pero no te preocupes que no te hará daño. Que no te domine el miedo...". Por fin, el "diablo" se dirigió a mi, siempre en creol, preguntándome quien era, de donde venía y que deseaba pedirle. Al parecer, tanto Garret como el mismo "Astarot" estaban acostumbrados a que la gente les pida dinero, favores materiales, poder... yo sólo le pedí poder acercarme más y verlo cara a cara. Al parecer mis palabras irritaron mucho a "Astarot". Mientras Garret me espetaba desconcertado "¿pero no tienes miedo?", dos de sus ayudantes me tomaban por los brazos indicándome que volviese al segundo circulo. Poco después el ritual concluía. Al parecer yo no había reaccionado como estaba previsto.
Mientras Garret y sus ayudantes recogían sus bártulos, pude zafarme del grupo y recoger la grabadora oculta. Al revisar los hilos invisibles descubrí que justo donde se había aparecido el diablo, el precinto se había roto. En la cinta magnetofónica, además, se habían grabados unos sospechosos pasos, y no de patas de cabra, que llegaban al lugar de la aparición. Sin duda, allí no se había materializado un macho cabrío... todo lo más un cabroncete disfrazado de demonio... Aquello era un sofisticado fraude. Confieso que perdí los nervios, y la situación se nos fue de las manos. Cegado por la rabia estallé gritando que eran unos embaucadores y que denunciaríamos el fraude en cuanto llegásemos a España, para que no pudiesen engañar a otros viajeros que acudan a Haití en busca de magia. Y se armó la bronca. La grabadora que me habían confiscado continuaban encendida y los oyentes del programa MUNDO MISTERIOSO han podido escuchar el escandaloso documento. Ante la lógica preocupación de Miguel –al fin y al cabo estábamos a 40 km. Del hotel en plena noche- la situación se me fue de las manos y me enzarcé en una muy acalorada discusión con los brujos. Omitiré los detalles, pero puedo decir que llegó a desenfundarse algún machete y algo más...
Al final conseguimos que nos devolviesen hasta el último dólar y que reconociesen que toda aquella elaborada puesta en escena era un sofisticado fraude.
Alerta a los buscadores sinceros
No sería justo desmerecer a la fascinante religión vudú por un puñado de estafadores, como no es justo condenar el cristianismo por los sacerdotes corruptos, o negar la percepción extrasensorial porque muchos son videntes fraudulentos. Sin embargo es importante que el investigador honesto tenga en cuenta que no solo en España hay falsos videntes, gurus de pega y pseudodotados. En Haití, el país más pobre de América, el vudú, además de una religión se ha convertido en una forma de sacar unos dólares a quien los tiene... el turista blanco. Además, algunas agencias de viajes, consciente o inconscientemente, colaboran ya con estos estafadores, incluyendo en sus destinos turísticos rituales de magia y brujería, como los que acabo de describir. Cuidado. Si decide acercarse a estudiar la fascinante magia del vudú, procure tomar sus precauciones y mantener siempre su sentido crítico. De lo contrario, el único fenómeno paranormal que vivirá será una inexplicable desmaterialización de su dinero... para-anormal, auténticamente para-anormal...
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