EL DÍA DEL ANTICRISTO

El pasado 4 de noviembre de 2008 se inició el fin de los tiempos…

El líder oscuro, influyente y carismático, que liderará a la Bestia descrita en el Apocalipsis, consiguió el poder suficiente para materializar la profecía. La gran contienda, entre el Islam y los Cruzados, que desatará la guerra del fin del mundo, ya esta en marcha. Un hombre, un musulmán infiltrado en el lugar más poderoso del planeta, será el artífice…

Estas y otras tonterías aun mayores han de ser soportadas por el gabinete del presidente Barack Hussein Obama, el primer mandatario negro en la historia de los EEUU. Y la acusación de que Obama es el anticristo, fue una de las estrategias políticas que utilizaron los seguidores del senador McCainn durante toda la campaña.

Foros de internet, columnas de opinión, y demás mentireros habituales, hicieron circular el rumor de que Barack Obama era el Anticristo profetizado en la Biblia, y su elección como presidente, nos conduciría al Apocalípsis. Argumentos tan absurdos como los siguientes, sorprendentemente, inquietaron a una parte del electorado:

“…Posee muchas de las características se describen en el Libro del Apocalipsis. Tiene ascendencia centro-oriental; su nombre, "Barack", significa "bendito", es astuto, y es un poderoso orador capaz de seducir a las masas…”. 

El origen africano de su familia y el hecho de que sus ancestros profesen el Islám, sirvió para hacer circular todo tipo de rumores, nunca demostrados, sobre la asistencia de Barack Obama a una mezquita clandestinamente, y su intención de instaurar el Islam en la Casa Blanca. También se publicaron todo tipo de supuestas relaciones entre Barack Obama y las órdenes iluminati norteamericanas, como si alguien pudiese llegar a la Casa Blanca sin pactar con el lobby judío, las multinacionales del petróleo, y demás grupos de poder en la sombra. Pero, como ocurre con las cadenas de rumores, siempre había alguien capaz de decir una tontería mayor a las anteriores, para mantener la sospecha del origen diabólico del candidato negro:

“Nostradamus profetizo que el nombre del Anticristo sería "Mabus". Esto puede referirse a que si se escribe juntos el nombre de Obama y el de Bush, forman la palabra “oba-mabus-h”. 

¿Es sólo una casualidad?.”

La respuesta es sí, claro que es una casualidad. Pero no importa, porque los rumores sobre el Obama anticristo crecían durante toda la campaña. Hasta tal extremo que Glenn Beck, de CNN, llego a preguntarle durante una entevista al reverendo John Hagee, un influyente predicador evangélico conservador, cuáles son las probabilidades de que Barack Hussein Obama sea el Anticristo. Pero no debemos preocuparnos, porque antes de Obama han sido docenas, quizás cientos, los líderes carismáticos acusados de ser el profetizado Anticristo…

La marca de la Bestia

Libro del Apocalipsis, capítulo 13, versículo 17: "...y que nadie pusiese comprar o vender sino el que tuviera la marca, el nombre de la bestia o el número de su nombre. (18) Aquí está la sabiduría. El que tenga inteligencia calcule el número de la bestia, porque es número de hombre. Su número es seiscientos sesenta y seis". Estos dos versículos bíblicos han desatado ríos de tinta durante los últimos 2000 años. Pero esos ríos han sido especialmente caudalosos, casi desbordantes, en los últimos 50 años del siglo XX.

Descontextualizando el número 666 del incomprensible relato escrito por San Juan en la isla de Patmos, muchos autores han identificado, erróneamente, esa cifra con el término “anticristo” o “anticristos” utilizado por el mismo evangelista en varias de sus epístolas. De tal manera que visionarios, profetas y augures han convertido el número 666 en el sello de identidad de un ser que personificaría el mal, como antagonista del bien personificado por Cristo. Así, de la misma forma en que Dios se habría encarnado en Jesucristo, para traer al mundo la salvación, el Diablo se encarnaría en el Anticristo, identificado con el 666, para traer el caos y la destrucción… Hasta aquí la interpretación prosaica y popular de la críptica profecía de Juan. El problema es que el ápostol utiliza el plural para referirse al concepto “anticristo” en varios de sus escritos.

El mismo Jesús, si aceptásemos como inequívocos los textos de Juan, habría utilizado el plural para referirse al “anticristo”: "Hijos, ya es el último tiempo. Según vosotros oísteis que el Anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo." (1ª de Juan, capítulo 2, versículo 18)

Por esa razón los teólogos y exégetas han considerado anticristos a todos aquellos que han negado la divinidad de Cristo, o han atacado a la Iglesia. Sin embargo los más integristas han sugerido que, por encima de esos “anticristos” existe un Anticristo principal, cuya misión es conducir el mundo al cataclismo. Un ser de apariencia humana, pero de esencia maléfica, encarnación del Diablo, y cuyo sello es el 666. Y esta concepción tan cinematográfica del Anticristo, la más extendida popularmente, se debe en buena medida a David Seltzer.

Nacido en EEUU, en 1940, y de origen judío, David Seltzer supo materializar como nadie los temores apocalípticos de toda una generación cuando escribió el guión de la película “La Profecía” en 1976, para la Twentieth Century Fox. La película, dirigida por Richard Donner y protagonizada por Gregory Peck y Lee Remick. Aquella película, y sus secuelas, “La maldición de Damian” y “El final de Damian” , dibujaron en el imaginario popular la imagen del 666 apocalíptico y diabólico.

Desde entonces una legión de movimientos cristianos, más o menos fundamentalistas, protestantes, cristianos, evangélicos, etc, han peinado los titulares de prensa, la bibliografía. Algunos no han dudado en manifestarse frente al edificio Thisman Boulding, el número 666 de Manhatan, que tiene en su azontea un enorme 666 que cada noche ilumina las noches de New York.

Uno de los mejores ejemplos es el de las predicadoras protestantes Hermana Carmín Ramos, o la no menos alarmista Mary Stewart Relfe.

Esta última publicó dos libros, clásicos ya en la bibliografía apocalíptica, titulados "Cuando el dinero falla" y "El nuevo sistema monetario" (ambos publicados en España por editorial evangélica CLIE).

Stewart Relfe, como tantos otros estudiosos de último libro de la Bliblia, partió del supuesto de que el relato de Juan en El Apocalipsis, no sólo no es una visión equiparable a la de cualquier otro médium, contactado o vidente, sino que es una descripción exacta de lo que aguarda a la humanidad en un futuro inminente. Así pues, se puso a buscar en la prensa, los informativos, y medios especializados, una pista que le pudiese indicar donde se ocultaba ese 666 que revelaría la herramientas que Satán utilizará para acabar con la raza humana e imponer el reino del Diablo en el planeta...

Mery Stewart siguió la pista del 666 en todo lo que pudiese sugerir un peligro apocalíptico para la humanidad. Estudió las fechas de los principales conflictos bélicos; calculó la proporciones de las superficies nucleares del planeta; computó las equivalencias numéricas a los nombres de los principales políticos; conjeturó sobre las cantidades de armas en los arsenales internacionales... pero no terminaba de encontrar un 666 lo suficientemente evidente como para anunciar que había desenmascarado la táctica de "El Adversario", así que siguió buscando. Buscó, buscó y buscó, y como era de esperar, encontró. 

Sus libros "Cuando el dinero falla" y "El nuevo sistema monetario", relatan su aventura tras la pista del Anticristo, al descubrir que en el código de barras, que controla ya la economía internacional, se ocultaba el número 666.

Steward Relfe supuso que, si el versículo 17 del capítulo 130 -por supuesto del libro del Apocalipsis- insistía en que "nadie podrá comprar ni vender" sin la marca de Satán, debería orientar sus pesquisas hacia el mundo de la economía. Y así se encontró con el código de barras, un ingenioso sistema de clasificación informática, que se haya impreso ya en la práctica totalidad de productos comerciales que podemos adquirir en todo el mundo.

Desde una cajetilla de tabaco a una botella de licor, desde un libro a un paquete de caramelos... en todos los productos que adquiramos en el supermercado más cercano, encontraremos impreso ese conjunto de rayas y números llamado "código de barras". Pero si nos detenemos un instante con uno de esos códigos (haga la prueba tomando ahora cualquier producto y observando el código de barras que lleva impreso), observaremos una peculiaridad. Al principio del código hay una barra doble, un poquito más larga, que no tiene número debajo como las demás; justo en el medio del código hay otra igual, y hay una tercera idéntica al final del código. Pues bien, Mary Steward consiguió localizar la empresa de diseño informático que había diseñado el sistema y averiguó, con sonrisa triunfal, que cada una de esas barras dobles simboliza un 6, la clave sexagesimal que decodifica toda la información acumulada en el código. Es decir, que en cada uno de esos códigos de barras impresos en todos los productos comerciales de la sociedad contemporánea, se ocultan un 6, 6 y 6. O dicho de otra manera, una clave 666 controla ya la economía internacional.

La afirmación de Mery Steward Relfe podría parecernos ridícula, sin embargo cuenta con apasionados defensores. En España ha sido acogida con gran entusiasmo por grupos evangélicos, sectas apocalípticas, cenáculos de oración marianos, y demás colectivos pro-apocalipsis.

Especialmente inquietante resulta la opinión de Francisco Sánchez Ventura, editor de la revista María Mensajera. Y digo especialmente inquietante porque, amén de ser uno de los principales dirigentes del movimiento mariano español (y autor, entre otras cosas, de la Capilla erigida en homenaje a las Apariciones Marianas de Garabandal), Sánchez Ventura es Catedrático de Economía. Y como veterano economista que es, no duda en reafirmar la teoría de Steward Relfe, añadiendo además que toda la información recogida en los códigos de barras, marcados por el 666, es procesada en el colosal ordenador central de la Comunidad Económica Europea en Bruselas, conocido popularmente como "La Gran Bestia"...