En Santiago de Compostela, la tercera ciudad más importante de la cristiandad, se erige su magnífica Catedral. Meta de los peregrinos que han completado la iniciática Ruta Jacobea, y obra culminante de arte y la arquitectura medieval, en sus entrañas todavía conserva muchos secretos y misterios.
Con los pies hinchados por el esfuerzo, y casi mil kilómetros de andadura a las espaldas, el peregrino que concluye la Ruta Jacobea, llega a la Catedral de Santiago de Compostela, lleno de gozo. Por algo el monte donde concluye el Camino de Santiago, justo antes de entrar en el caso urbano, se llama así, Del Gozo. Acaba de ejecutar una dura prueba física, un titánico esfuerzo de voluntad, pero a la vez, una reveladora experiencia interior, casi iniciática.
Al entrar en la capital de Galicia, el peregrino, que haya respetado la ruta tradicional, se encontrará primero con la fachada de Azabachería (pared norte) de la Catedral. Es su primer contacto con esa sublime obra del arte sacro, en cuyo interior, según la tradición, reposan los restos del Apóstol Santiago.
Según una de las leyendas locales, fue una misteriosa estrella la que señaló la tumba de Apóstol a unos pastores, en el primer tercio del siglo IX.
Según esa tradición Santiago el Mayor, uno de los discípulos de Jesús, habría sido martirizado en Palestina y posteriormente trasladado a Galicia por algunos de sus seguidores. Sobre el sepulcro encontrado en Compostela (Campo de la Estrella según una traducción) Alfonso II el Casto fundó una pequeña iglesia, en torno a la cual Alfonso III el Magno mandó construir otra prerrománica, que será destruida por Almanzor y las tropas árabes antes de cumplirse el año 1000. A partir de esos primitivos edificios se construyó la tercera ciudad santa del Cristianismo, junto con Roma y Jerusalén: Santiago de Compostela.
HISTORIA DE UN MONUMENTO
De los templos conocidos en el solar que ahora ocupa la Catedral, en honor a Santiago el Mayor el que se mantiene en la actualidad fue el tercero. Aunque durante mucho tiempo hubo discusiones entre los especialistas sobre la fecha de construcción, en la actualidad se considera 1.075 como el inicio de las obras. Dirigieron la obra, como apunta el historiador Manuel Jesús Precedo Lafuente, los maestros Roberto y Bernardo, a los que siguieron en su magno proyecto, a finales del siglo XI, el arquitecto Esteban y, a comienzos del XII, otro maestro, Bernardo, nieto del primero.
La obra del templo románico sobre el que se erige la Catedral duró hasta el año 1122, aunque no exista una opinión homogénea entre los expertos, sobre la conclusión de la fachada Oeste. Pero lo cierto es que los altares fueron ya consagrados y por consiguiente pudo iniciarse el culto.
La Catedral románica se conserva intacta en el interior de la actual, pero las fachadas exteriores sufrieron diversas modificaciones con el paso de los años, dependiendo de los nuevos estilos arquitectónicos que surgían cada siglo, y de las tendencias de la modernidad. Otras obras, sin embargo, fueron debidas a la instalación de elementos imprescindibles, como el magnífico órgano que disfruta la Catedral compostelana.
En la actual catedral, como pacientemente ha documentado Precedo Lafuente, se le fueron añadiendo nuevas dependencias año a año, ocupando en la actualidad 23.000 metros cuadrados. El brazo principal tiene 100 metros de largo, si bien, en el interior, se reducen a 97, a causa del grosor de las paredes; las cifras del brazo mas corto, llamado transepto, son de 70 metros desde fuera, y 65 en el interior. La altura de las torres de la fachada del Obradoiro es de 80 m., la del reloj (o Trinidad) mide 72, y la altura de la cúpula central, que preside una representación del Ojo de Dios que todo lo ve, es de 32 metros.
La Catedral de Santiago, que tiene más de 1.000 columnas en su interior, dispone de un atrio que la circunda, en el que destacan cuatro plazas: Azabacheria, Obradoiro, Platerías y Quintana; y cuatro fachadas del mismo nombre. Cada una de ellas, una obra cumbre de la arquitectura y la mampostería de su tiempo.
En el interior de la edificación, además de sus capillas, altares y cristaleras, todas ellas ejemplo del más espectacular arte sacro, merece una atención especial el fastuoso Pórtico de la Gloria, considerada la mas valiosa creación de la arquitectura y escultura de fin de siglo XII.
Con sus 17 metros de ancho por 4.50 de largo, el Pórtico forma parte del vestíbulo o nártex, concluido por el Maestro Mateo en 1.188. La posible temática del Pórtico sería la de la Iglesia, una especie de resumen teológico sobre la sociedad de salvación fundada por Cristo: la Iglesia Triunfante, en el arco central y la Militante en los otros dos: a la izquierda, los cristianos procedentes del Judaísmo, y, a la derecha, los procedentes de la Gentilidad. Otros, fijándose en la presencia de ángeles triunfantes con sus trompetas en alto, piensan en una representación del Fin de los Tiempos y su Juicio Final. De lo que no cabe dudad es de la influencia que el libro del Apocalipsis de San Juan inspiró en el Maestro Mateo.
EN LAS ENTRAÑAS DE LA CATEDRAL
En Agosto de 1989 la prensa gallega destacaba en primera página un sorprendente descubrimiento realizado en las entrañas de la Catedral. Al parecer, las meticulosas mediciones efectuadas por un miniaturista compostelano, que pretendía confeccionar para la Iglesia una maqueta del edificio ante la inminente llegada del Papa, descubrieron un agujero que daba paso a una pequeña galería.
Para la investigación de ese conducto, y por primera vez en la historia de la arqueología gallega, se utilizó una sonda especial provista de una cámara de vídeo, manejada por un grupo de investigadores de Madrid y Santiago. El cabildo de la catedral reclamó del Vaticano los servicios de un experto en paleografía latina, ya que , al parecer, la lapida encontrada en esa galería podría confirmar la tradición apostólica, discutida hasta la saciedad por los historiadores laicos, que consideraban que seguramente quien está enterado en la Catedral de Santiago fuese el hereje gallego, Prisciliano, degollado en el siglo IV por su apostasía.
Pero los subterráneos de la Catedral encierran otras maravillas. Con el nombre de Catedral Vieja se conoce la cripta o “iglesia baja” construida para salvar el desnivel que existía en el lugar tendría que edificarse la parte occidental de la Basílica. En su estructura existen elementos románicos, que han hecho que algunos autores la datasen hacia finales del siglo XI o comienzos del XII, pero sin embargo abundan más los elementos protogóticos, por lo que resulta mas razonable atribuirla al Maestro Mateo. Esa pequeña “catedral subterránea” tiene forma de cruz latina, presidiendo su altar mayor una imagen de la Virgen proveniente, posiblemente, de Doña Yolanda, esposa de Alfonso X el Sabio. A pesar de su aureola de misterio, es completamente accesible a los visitantes, que podrán disfrutar, además, de otros elementos artísticos trasladados allí desde otras partes de la Catedral.
También en el subsuelo del monumento compostelano alberga la Necrópolis, solo al alcance de investigadores acreditados. En 1946 la desaparición del coro central de la Catedral permitió excavar en esa zona, con objeto de documentar con mayor exactitud la “pre-historia” del edificio, antes del siglo IX, indagando de esta forma en los antecedentes históricos del culto a Santiago el Mayor en Compostela.
Esas excavaciones descubrieron un cementerio con enterramientos, que van del periodo romano (siglos I al IV) al suevo-visigótico (V al VII), orientados hacia un sepulcro mucho más importante, el de Santiago, tal y como se estilaba en las catacumbas. Al parecer en el siglo VII se produjo el abandono de este territorio, completando este cementerio los hallazgos de sepulturas anteriores que muestran el poblamiento ya en la Edad de Bronce y abriendo nuevas perspectivas para los tiempos cristianos.
Pero no solo en los sótanos de la Catedral se conservan preciosos tesoros culturales e históricos, en otras salas del monumento también.
La sacristía de la parte gótica de la Basílica fue en otro tiempo relicario. La cajonería es de caoba, sobre ella dos series de cuadros en cobre. Los mayores son doce, obra flamenca del siglo XVIII, y representan los artículos del Credo identificados cada uno de ellos con un apóstol. Los trece menores representan escenas de la vida de Cristo. Varios cuadros en tela, como el tríptico del Apóstol, completan los tesoros de este recinto.
El Museo de Tapices, como su nombre indica, alberga una excelente colección que ocupa varias salas. De igual manera el Museo Arqueológico, compuesto de dos salas divididas en tres departamentos, muestran numerosas piezas procedentes de diferentes puntos del edificio, que ya no existen en la actualidad. Como por ejemplo las sillas del coro hechas en piedra por el Maestro Mateo, o los planos de las excavaciones realizadas en el subsuelo de la Basílica así como objetos encontrados en ellos.
El Claustro, la Sala Capitular y la Capilla del Alba, también albergan preciosos tesoros, que han generado mas de una leyenda. Sin embargo, sin duda, es el Archivo y la Biblioteca de la Catedral una de las mayores riquezas culturales del monumento.
Durante años infinidad de leyendas y rumores se cernieron sobre la Biblioteca de la Catedral. Entre esotéricos, paganos y herejes de todo el país se comentaba que en su interior, sujeto con sólidas cadenas a dos robustas columnas, se custodiaba un ejemplar del “Magno Libro de San Cipriano”, uno de los Grimorios (libros de Alta Magia) mas populares en España. Y es posible que, si bien, no encadenado a ninguna columna, la Biblioteca de la Catedral disponga de algún ejemplar del famoso Grimorio –como mero elemento cultural- lo que si se conserva en estas valiosas salas son incunables de un incalculable valor, como los Tumos A, B y C, o el famoso Códice Calixtino, del siglo XII, que hace tiempo editaba como facsímil el historiador José María Kaydeda.
El archivo, recientemente modernizado el canónigo D. José María Díaz Fernández, ha sido adaptado para poner a disposición de todos los investigadores el valioso fondo documental que conserva. Muchas han sido y serán las tesinas inspiradas en esos archivos. Porque mucho ha sido y será el conocimiento que encierran sus paredes.
Comentarios
Publicar un comentario