Uno de los grandes problemas arqueológicos a la hora de comprender el pasado del continente americano es la gran variedad de culturas y civilizaciones que existieron, y coexistieron a lo largo de los últimos mil años en Sudamérica... y tal vez antes.
Durante la época precolombina, los integrantes de la cultura Huasteca se asentaron en el territorio que actualmente abarca el norte de Veracruz, el sur de Tamaulipas, la parte este de San Luis Potosí, el noroeste de Hidalgo y porciones de los estados de Puebla y Querétaro. El área presenta regiones costeras, llanuras y partes altas y serranas, lo cual significa variaciones de hábitat e implica adaptaciones a cada una de esas distintas condiciones.
Los grupos penetraron en la zona desde el periodo Formativo, de la costa hacia la llanura del norte de Veracruz y San Luis Potosí (1400-100 a.C); su mayor expansión se presentó durante el Clásico Tardío (400-700 d.C.) y en el Posclásico (900-1500 d.C.) se redujo en varias zonas.
Aunque los huastecos existieron a la par que otros grupos mesoamericanos, su desarrollo cultural fue posterior al de los olmecas y totonacas. En un principio sus actividades se redujeron a la caza, pesca y recolección, pero luego se desarrollaron y diversificaron, sobre todo en la agricultura.
Aunque los huastecos existieron a la par que otros grupos mesoamericanos, su desarrollo cultural fue posterior al de los olmecas y totonacas. En un principio sus actividades se redujeron a la caza, pesca y recolección, pero luego se desarrollaron y diversificaron, sobre todo en la agricultura.
Su escultura, altamente valorada, está hecha sobre piedras areniscas que representan divinidades -casi todas femeninas- con tocados cónicos y posturas corporales muy hieráticas. Entre los dioses a quienes rindieron culto están Ehécatl-Quetzalcóatl, Tlazoltéotl, el sol y la tuna.
La arquitectura huasteca incluye formas circulares que son características del período Formativo en otras áreas de Mesoamérica, y que en esta cultura se realizan durante el Clásico Tardío y el Postclásico, con modificaciones como las formas rectangulares con los ángulos redondeados. Además de la cerámica, es notable el trabajo en concha y caracol para joyería, herramientas, instrumentos musicales y objetos simbólicos o religiosos.
Su danza tuvo un carácter ceremonial; en algunos actos rituales usaban máscaras y disfraces de animales. Entre sus instrumentos musicales están el huéhuetl y el teponaztli (tambores), flautas de barro y madera, silbatos, trompetas de arcilla y cascabeles.
Por la construcción, conservación y restauración de los centros religiosos y el numero de esculturas monumentales y de pequeñas dimensiones, se piensa que el gobierno era teocrático. Los centros ceremoniales eran respetados y cuidados, en tanto que las cercanías de la sierra eran puntos ideales y aparentemente, de ocupación temporal.
Por la construcción, conservación y restauración de los centros religiosos y el numero de esculturas monumentales y de pequeñas dimensiones, se piensa que el gobierno era teocrático. Los centros ceremoniales eran respetados y cuidados, en tanto que las cercanías de la sierra eran puntos ideales y aparentemente, de ocupación temporal.
Existen ejemplos de construcción de choza de planta rectangular en adobe (La Venta), pero el resto de las construcciones debe haber tenido muros de madera cubiertos de barro, en algunos casos y techos de palma y otro material perecedero, iguales a los que se siguen construyendo en la actualidad.
Es posible que, a ojos del profano, la religión de los olmecas nos parezca incomprensible y compleja, sin embargo se puede resumir en el culto a los dioses-jaguares, representantes de un ancestral culto totémico a los espíritus de la naturaleza, encarnados en este animal sagrado para todas las culturas mesoamericanas. Pero esto no implica que no encontremos en sus altares y esculturas religiosas figuras de extrañas criaturas y monstruos aberrantes cuyo significado todavía no ha sido explicado....
Esas representaciones de extraños seres y motivos religiosos no se limitan a los centros ceremoniales, sino que aparecen reflejados en todo el arte olmeca, así como en objetos y elementos rituales, como las hachas para sacrificios.
Para los arqueólogos resulta paradógico el realismo de las esculturas olmecas que, supuestamente, representaban a los monarcas teocráticos mas relevantes. Sin embargo, el realismo y detalle de esas gigantescas cabezas nos plantea dos interrogantes: ¿por qué los rostros olmecas tienen esas sospechosas características negroides (nariz achatada, labios grueso, etc), si los primeros esclavos negros no llegaron al continente americano hasta el siglo XVI? (Aunque debemos reconocer que existen representaciones también de rostros de nariz aguileña, labios mas finos y a veces, barbados).
Y lo que es más inquietante ¿si los olmecas representaban con tanto detalle lo que veían, a quien querían representar con las espeluznantes esculturas de monstruos y extrañas criaturas que nos encontramos en nuestro viaje?
Y lo que es más inquietante ¿si los olmecas representaban con tanto detalle lo que veían, a quien querían representar con las espeluznantes esculturas de monstruos y extrañas criaturas que nos encontramos en nuestro viaje?
Como e todas las culturas primitiva, el mago, brujo o chamán tenían un importantísimo papel en la sociedad olmeca. Ataviados lujosamente, con pelucas, máscaras, camisas de piel, fajas y cinturones, los hechiceros eran quienes dirigían en realidad toda aldea o poblado olmeca. Todavía hoy, en nuestros viajes por diferentes países centroamericanos, hemos podido constatar que esa importancia social de los chamanes, herederos de la tradición olmeca, continua.
Entre sus ritos mas crueles destaca el sacrificio de niños, a los que eran amputados las manos o brazos, o sencillamente decapitados, para enterrar esos miembros mutilados junto con algún hombre importante a quien los brujos quisiesen favorecer en sus viaje al más allá...
Los cadáveres eran enterrados envueltos en telas de algodón o petates atados con cuerdas, aunque también existían enterramientos secundarios, o sea, que el muerto era enterrado en compañía de perros , para que realizasen su viaje al más allá acompañados de su fiel amigo. Además, el difunto era enterrado, como otras culturas, rodeado de objetos personales y ofrendas.
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