El Enigma de las cabezas gigantes
Casi no sabemos nada sobre su historia. No conocemos su idioma, ni siguiera como se llamaban a si mismos, sin embargo si podemos saber que de ellos surgieron todas las demás culturas mesoamericanas. Las gigantescas y misteriosas cabezas que nos legaron, rubrican el que es, sin duda, uno de los mayores enigmas de la historia: los olmecas.
Cuando llegamos al pequeño pueblo de La Democracia, ya llevábamos a nuestras espaldas cientos de kilómetros de viaje siguiendo la pista de los dioses precolombinos en Centroamérica. Pero sabíamos que en aquel pequeño pueblo perdido en nuestro mapa, se encontraba una de las más variada muestra de la cultura olmeca que podíamos encontrar en todo el país.
Los responsables del Museo Antropológico nos recibieron con la caracterísistica amabilidad indígena, y nos indicaron donde debíamos dirigir nuestros pasos. Y, tras examinar las fascinantes piezas que custodian en el edificio, y la gran cabeza olmeca que franquea la entrada al mismo, nos encaminamos a la plaza central de la ciudad.
En dicha plaza, y desde 1967, según reza en la placa conmemorativa, el Comité Pro-Cultura estableció un Parque Arqueológico Olmeca... y allí nos las encontramos. Una docena de espectaculares piezas de esta enigmática cultura rodeaban todo el parque. No solo pudimos examinar las características cabezas gigantes de rasgos negroides, sino otro tipo de figuras, como extraños seres de apariencia extraterrestre, criaturas de aspecto monstruoso, y rostros humanoides que parecían tocados con modernas gafas de sol...
EL ENIGMA OLMECA
Los olmecas se ubican temporalmente en el período Preclásico inferior y medio que abarca del 1500 a.C. hasta el 100 d.C. El nombre de olmeca, que significa “habitantes del país del hule“, le fue adjudicado por estudiosos de esta cultura en 1929. En realidad no conocemos ni el nombre que se daban a si mismos, ni su lengua, ya que no dejaron testimonios escritos y las fuentes históricas no registran hechos de tanta antigüedad. Sin embargo, lo que si podemos afirmar es que todas las culturas clásicas de Mesoamérica se originaron en la enigmática cultura olmeca.
En la actual República Mexicana que comprende la parte sur del estado de Veracruz y el oriente del Estado de Tabasco, entre le Río Grijalva y el Paloapa, ahí nació la cultura olmeca. Ahí fundaron sus ciudades y labraron su esculturas.
Esta es considerada como la cultura madre de la civilización en Mesoamerica, que después se extendería a otros países centroamericanos.
Limitada al oriente por las montañas de los Tuxtlas, y por la Sierra Madre del Sur se encuentra la Región denominada AREA METROPOLITANA, AREA CLIMAX o ZONA NUCLEAR, debido a que en ella se encuentran las que fueron acaso, sus capitales: La Venta, San Lorenzo, Laguna de los Cerros y Tres Zapotes.
Usualmente se designa como olmeca al grupo que habitó al sur de Veracruz y al norte de Tabasco: este nombre deriva del nahuatl OLLI y MACATL (mecate), que como decíamos significa “habitante del país del hule”; aunque también se les conoce como tecnocelome (la boca del tigre).
Es probable que conocieran la domesticación del perro y del guajolote e iniciaran la apicultura; se sabe que practicaban la antropofagia ritual; y que probablemente extraían de un sapo marino, abundante en el golfo, una sustancia alucinógena. Una práctica esta compartida por brujos y chamanes de las islas cercanas al continente, como Cuba o La Española.
Según historiadores, arqueólogos y antropólogos, como Alfonso Caso y Miguel Covarrubias, en la historia de la civilización olmeca destacan cuatro periodos:
-Periodo de Formación
-Periodo de Integración
-Periodo de Expansión
-Periodo de Desintegración
A todos ellos sorprende el grado de desarrollo de esta antiquísima civilización que, como era de esperar, ha desatado la imaginación y las conjeturas de numerosos investigadores heterodoxos y astroarqueólogos, como el Dr. Oscar Padilla Lara, para quien “la única explicación razonable para comprender el desarrollo cultural y tecnológico de los antiguos olmecas, que después incluirían en los mayas, aztecas y demás culturas mesoamericanas, es el contacto con alguna forma de civilización extraterrestre”.
En algunos pueblos centroamericanos todavía existen hoy extrañas esculturas olmecas que parecen otear pacientemente el firmamento, y que para el Dr. Padilla Lara, estarían aguardando el regreso de los dioses venidos del cielo...
El arte olmeca tiene varias formas típicas como lo son los enormes monolitos que conforman las cabezas colosales, los altares masivos, concebidos como tronos o asientos, y las estelas que relatan momentos históricos. Así mismo, en cuanto a piezas menores, reconocemos hachas y máscaras de piedra. Las recientes exploraciones en un sitio olmeca en el estado de Veracruz llamado El Manatí, permitieron hallazgos de otro tipo de objetos tales como bustos y bastones de mando realizados en madera así como pelotas de hule.
A pesar de que no conocemos muchos de los aspectos de la cultura olmeca, tales como el idioma, a partir de los monumentos recuperados sabemos que la religión olmeca giraba alrededor de deidades sobrenaturales que compartían atributos de animales, siendo las representaciones más prominentes los jaguares, los cocodrilos y las serpientes, aunque también aparecen insectos, tiburones y peces.
Los olmecas constituyeron un pueblo guiado por fuertes gobernantes, cuyos retratos son las cabezas colosales que los han hechos famosos. Los enormes monumentos, antes llamados altares eran posiblemente los tronos de los gobernantes.
Las cabezas colosales olmecas son una de las manifestaciones artísticas más conocidas de esta antigua cultura. En la zona nuclear olmeca antes citada, existen un total de 17 cabezas colosales: 10 de San Lorenzo, 4 de La Venta, 2 de Tres Zapotes y 1 de Cobata. En el Museo de Antropología de Xalapa se exhiben 7 cabezas procedentes de San Lorenzo.
La roca volcánica usada en las cabezas colosales de San Lorenzo proviene de las montañas de los Tuxtlas, a unos 60 Kilómetros al noroeste de San Lorenzo. La sociedad olmeca fue capaz de lograr la inmensa empresa de su transporte basándose, probablemente, en la coerción y cooperación de las poblaciones que dominaba. La dificultad de proveerse de estos materiales o bien la importancia simbólica de los mismos, impulsó a los olmecas a reutilizar las piedras para esculpir. Existe evidencia de que algunas cabezas colosales fueron originalmente altares y que fueron reesculpidos como cabezas.
En algunas de las cabezas, que pueden pesar mucho más de 10 toneladas de peso, encontramos detalles interesantes, como el pronunciado estrabismo que se aprecia en los ojos de muchas de ellas. Un defecto visual que constituía, no obstante, el patrón de belleza de muchas civilizaciones antiguas de Mesoamérica.
La meseta de San Lorenzo puede considerarse uno de los trabajos de arquitectura monumental más grandes de Mesoamérica, porque fue modificada a través del enorme esfuerzo humano invertido en la construcción de terrazas, rellenos, cortes, remoción de toneladas de tierra y paredes de contención, convirtiendo el terreno natural en el espacio sagrado y cotidiano de los antiguos habitantes. Por encontrarse en un punto clave de las vías de comunicación, pudo regular la importación y exportación de productos en la región y aún más allá.
Otro de los elementos mas desconcertantes de esta cultura es que los olmecas no usaban la rueda y no tenían animales de carga, por lo que el esfuerzo fue totalmente humano. Las rutas terrestres y acuáticas fueron factibles, con una evidente mayor seguridad por tierra. La magnitud del esfuerzo energético humano necesario para el transporte de las piedras coloca a los olmecas en un plano de organización, tecnología y coordinación excepcionales para su época. Sabemos que San Lorenzo decayó como importante centro regional del Preclásico Inferior alrededor del 900 antes de Cristo. Pero el sitio no fue totalmente abandonado, existe evidencia de que ahí perduró una pequeña población durante el Preclásico Medio y Superior. Las causas propuestas para la decadencia de San Lorenzo, incluyen la revuelta interna, las invasiones y la gradual pérdida de importancia.
El final de la cultura olmeca no fue abrupto, se dio más bien como transformación gradual a lo largo de sus historia, terminando entre el 400 y el 100 a. Sin embargo los olmecas jamás desaparecieron totalmente, ya que su semilla germinó en el seno de civilizaciones posteriores en centro y sudamérica, influyendo notablemente en su arte, cultura, religión o brujería...
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