Podríamos continuar durante páginas y páginas citando numerosos ejemplos de contactados que profetizan reiteradamente la evacuación del planeta. Evacuación que, obviamente, sólo disfrutará un selecto grupo de escogidos, ya que sólo los humanos que conozcan el tema OVNI, acepten su origen extraterrestre benigno y estén dispuestos a encerrarse en un refugio subterráneo o a hacerse vegetarianos o, en definitiva, seguir las indicaciones del contactado, serán recogidos por las naves.
Así pues, sólo un pequeño grupo de occidentales, de cultura media, creyentes en los extraterrestres, y con la suficiente ansia de supervivencia, serán los herederos del género humano en un lejano planeta...
El francés Leonardo, contactado de Haurrio; el inglés Dereck Taylor, que afirma que los alienígenas ya están recogiendo en ciudades intraterrestres a los escogidos para la evacuación; o el uguruayo Alvaro de Bali, que ha escandalizado a la prensa de Montevideo con sus profecías apocalípticas y su esperanza en sus amigos alienigenas,serian tan sólo la punta de un inmenso iceberg. Sin embargo, algunos de los contactados más importantes no están muy de acuerdo con el planteamiento de esa fuga precipitada y elitista que pretenden quienes se suponen ejemplares «humanos» llenos de amor al prójimo.
Y es que resulta paradójico que quienes se autodenominan como servidores de Cristo, o mártires de la «Verdad Extraterrestre», se afanen en proteger sus vidas a toda costa en bunkers, creyendo firmemente que sus amigos y familiares perecerán en la supuesta catástrofe.
Podemos citar un sorprendente caso: el de la líder de uno de los grupos de contacto gallego que, tras construirse su refugio, nos advirtió que no divulgásemos su localización, «porque cuando comience el cataclismo, todo el mundo querrá venir para salvarse y no cabemos más que nosotros, los "hermanos"...». Afortunadamente, no todos son tan «altruistas». Incluso alguno de los receptores de los pretendidos programas de evacuación nos han sorprendido en el sentido contrario. Por ejemplo, Martha González.
Martha González, venezolana afincada en Orense, es una de las receptoras del «Proyecto de Evacuación Mundial» del Comando Asthar (que nada tiene que ver con el grupo de Juan Esther). Dicha obra consta de una serie de libros recibidos psicográfica o telepáticamente, en los que pretende mostrarse cuál es la actitud de los extraterrestres a este respecto. Martha, que durante años fue una activa ufóloga (realizando interesantísimas investigaciones en Europa y América del affaire UMMO, así como efectuando investigación de campo con veteranos como Aimé Michel o Jacques Vallée), ha recibido a través de la escritura automática casi una decena de libros sobre el Comando Asthar, esto es «un comando operativo» de extraterrestres que estarían trabajando en nuestro planeta desde hace siglos para tutelar nuestra evolución, dirigidos por el pretendido Comandante Asthar Sheran.
En dichos libros, que al parecer habrían recibido al mismo tiempo telepáticamente un joven europeo, «Halkon», y un ama de casa norteamericana «Tuella», Martha «Celeste» González explica los pasos a seguir por el comando extraterrestre para recoger a los supervivientes a la catástrofe, así como e origen y características de este proyecto de evacuación.
Y, sin embargo, a pesar de ser una de las mal importantes receptoras del Proyecte de Evacuación Mundial, Martha nos sorprendió al decirnos:
«Yo tengo que cumplir la misión que me encomendó Asthar Sheran de advertir mis semejantes de lo que va a ocurrir pero yo no pienso huir de mí planeta cuando queda tanto por hacer aquí abajo...».
Este sentimiento es compartido afortunadamente, por otros grupos de contacto importantes. En un reciente opúsculo redactado por el importante equipo de divulgación contactista español, Asociación ADONAI para la Fraternidad Cósmica, Licerio Moreno, su director, reflexionaba sobre lo absurdo de apostolar una precipitada y cobarde huida frenética del hermoso planeta azul, para "emigrar", a un planeta frío, mecánico y despersonalizado, como los que describen los comunicados de los contactados.
Además, Licerio insiste en que hay demasiado trabajo que hacer en nuestro planeta, como para perder el tiempo haciendo y deshaciendo las maletas en las reiteradas «falsas alarmas» relacionadas con la evacuación. Y es que sólo unos pocos contactados han madurado lo suficiente como para asumir su experiencia sin apasionamientos, y hacerla operativa, sin miedos ni terrores milenaristas.
Javier D., un hombre cuya modestia me prohíbe divulgar su identidad, comenzó en los años setenta a recibir psicografías a destajo en la Misión RAMA. Tras su paso por Fraternidad Cósmica y otros grupos, llegó a la conclusión de que ya estaba bien de buenas intenciones y hermosas palabras, y de que era hora de comenzar a ejercitar lo que venía repitiendo monótonamente en sus psicografías: AMAR. Ahora, Javier y su grupo han fundado una asociación de lucha contra el SIDA y un refugio para niños abandonados.
Roser Castellví, una «bola de energía» siempre ocupada en ayudar a los investigadores en su trabajo, también me repite lo mismo:
«Basta ya de palabrería y de mirar al cielo esperando que nos solucionen los problemas; hemos de empezar a trabajar nosotros».
Ahora, esta conectada barcelonesa dedica su vida a la lucha contra el cáncer y a colaborar en un refugio para ancianos desheredados de la sociedad. Existe demasiado sufrimiento a nuestro alrededor para perder el tiempo comprando billetes para una evacuación que no llegará.
No obstante, los insistentes «profetas del Fin» continúan anunciando reiteradamente los apocalipsis planetarios. No importan los sucesivos errores.
Volviendo al comienzo de este artículo, Marian Keech no desapareció del ambiente contactista tras su fracaso de 1954. Muy al contrario, bajo el nombre de Hermana Thedra, y siguiendo las enseñanzas del famoso contactado George Hunt Williamson, funda en 1965 la Asociación Sananda y Sanat Kumara (influenciando posteriormente con sus escritos, como El libro de la Hermana Thedra, a otros grupos de contacto como la Misión RAMA). Después se unió a las empresas anunciadoras de la catástrofe como Comando Asthar de la contactada Tuella (y del que ya hemos hablado), y desde 1985 dirige una peculiar Universidad de Melchizedek, que cada año organiza encuentros anuales bajo la consigna de Reuniones de los Niños de la Luz.
La historia de los movimientos evacuacionistas nos ofrece ilustrativos ejemplos del «fracaso de la profecía». En Burnaby (Columbia Británica), un grupo de contactados que recibía mensajes de unas supuestas entidades autoproclamadas «Afiliados de la Luz» anunciaron en la década de los sesenta que el Juicio Final tendría lugar el 22 de Noviembre de 1969.
Robin Mc. Pherson, el líder del grupo de receptores de información, explicó a la prensa unas semanas antes del temido día que un extraterrestre llamado OxHo le había comunicado que el hombre «tendrá la oportunidad de reparar su decadente planeta antes de que lleguen una serie terminante de desastres»: Tras el día señalado, Mc Pherson dejó de canalizar mensajes alienígenas, aunque su madre tomó después las riendas del grupo, asegurando que su hijo había malinterpretado los mensajes y que el fin vendría un poco después en el tiempo.
Y mucho más recientemente, en 1989, el doctor Scott Corder, en su obra UFO Contact, the Tour, explicaba que él está en contacto con el apóstol Pedro, que es, en realidad, un alienígena que representa a Dios en todos los asuntos referidos a nuestro planeta. Predijo para antes del mes de Agosto de ese año un terremoto que desolaría Oklahoma; pero de nuevo la profecía falló. En esta ocasión, El Corder fue inhabilitado por el Colegio de Médicos del estado de Kansas, debido a sus delirantes declaraciones a los medios de comunicación, anunciando catástrofes que nunca llegaron.
Afortunadamente, no contó con muchos seguidores. Así, frente a los reiterativos anunciadores del Fin, los contactados más comprometidos con la sociedad continúan ofreciendo un mensaje de esperanza. Y lo más paradójico es que, de llegar a producirse una evacuación, serán precisamente quienes hayan olvidado sus temores apocalípticos, entregándose al servicio al prójimo (en definitiva a practicar cotidianamente el contenido de dichos mensajes, en lugar de repetitivas peroratas catastrofistas) los primeros merecedores del pasaje hacia las estrellas.
© Carballal,1991
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